No creo merecer lo que me brindas,
Señor, yo no soy digno que me mires,
no importa cuantas veces yo me rinda,
me yergo al punto que de mi te aíres.
Rebelde, infiel, blasfemo de tu nombre
Sublime, Santo, Puro y Honorable,
me muestras que tu amor es por el hombre,
eterno, superior e inefable.
Que tú deseas solo hacerme bien
y restaurar mi vida hecha pedazos,
tú vienes a buscarme en mi Edén
donde me escondo y me tiendes tus brazos.
Y aquí me tienes no puedo evadirte
si tú me llamas déjame servirte.