Lloro en silencio bajo las notas de aquel piano
donde la lejanía me acerca hasta el paraíso inmerso del amor,
hasta lo infinito sereno del canto instrumental que esparce el encanto
tan subliminal que arrulla entre aquellas notas serenas imparables…
Me alejo entre las timbaleras del saxofón y el trio del jazz
el cual me colma de sensaciones blandas al son del relax indistinto,
entre la creíble tranquilidad y el deleite de aquel equilibrio tan puro
como los besos de tus labios en las dulce y frescas mañanas…
Me esparso entre aquellos distintos caminos
rumbo a las miles tierras lejanas y muy cerca a mi imaginación,
en la cual observo a mi hija cantarle al alba de la vida
para después escuchar los pasos de mi taita frecuentando aquellas bellas
tierras tan lejanas en mi sueños pero muy cerca de ellos…
Llantos de amor y lágrimas frías limpian la piel de mi rostro
para abrirme pasos sublimes entre las bellas notas musicales,
y entonar canciones silenciosas de amor tan loables como el sol
el cual pinta las cumbres de las altas colinas del alba…
Frescura perennes arropan mi tranquilidad cuando mi musa
me empuja al lienzo poético y claro como el color azul,
trepado a los hombros de la magnánima virgen de Fátima
para darme la inspiración necesaria en el buen vivir…
Extiendo y abro mis brazos para arropar de calurosos
saludos a mis hermanos venezolanos en el exilio inhóspito,
tan lejano como el sol a la tierra y así acércalos entre
el calor sincero en medio de las bellas melodías del piano instrumental
tan marcado en mi mente e imaginación y lo real de la serenidad…
¡Ha malaya los versos del tierno poeta en Torrelavega de la bella España!
¡Versos lejanos y tiernos van y vienen para mezclarse entre las nítidas notas musicales!
¡Ha malaya los dulces cantos sonoros en los picos de las aves volando el cielo!
¡Son los versos de Dios para llenarnos del amor tan profundo surcando el azul cielo!
RIVAS JOSE
Barinas – Venezuela
24-02-2019