Ángel de la guarda, amado conocido.
¡Cállate te lo ordeno con todo mi albedrío!
Que el sufrimiento de mi gente es más que conocido.
Y mis fuerzas solo alcanzan para mantenerme erguido
Ante tanta ignominia, insensibilidad y olvido
De las glorias pasadas que como nación tuvimos.
Ante agresiones brutales de tiranos malditos
Pisoteando su conciencia osan ahogar los gritos,
Gritos libertarios de valientes que a rugidos
Deciden libertar a muertos, a pobres y oprimidos
Del olvido de la historia, y un futuro y gentilicio.
El ser venezolano sin orgullo y sin descuido.
Nación pequeña y grande cuyo sueño es el bramido
de la Sudamérica toda por un mismo destino.