¿Por qué me encuentro aquí?
¿Qué son esos paneles que advierten por destino el nombre de Valencia?
La ciudad se apresura a dejarme pasar.
Suena un claxon afuera. Alguien tiene la prisa desesperadamente
y no aguanta la edad del universo. Voy a tener, al fin,
que escribir un poema.
Me dice una señora que su hijo
llega a las ocho y cuarto, es la misma señora
que siempre ve la vida desde las ocho y cuarto,
una mujer que deja trasnocharse
los sueños en secreto; no le tienen cariño
las fechas del otoño.
Hay otras estaciones, pero esta tiene algo
parecido al fracaso
que me obliga a quererla deliberadamente,
aquí nadie podría volar una cometa.
De repente me llaman
y esto me hace pensar que soy yo mismo,
que ya he llegado donde yo quería,
que no hay viajeros a las ocho y cuarto,
excepto el que se fue de madrugada.