Te vi descalza avanzar
y restañar las heridas,
con los labios suspirando
y la emoción contenida,
nada dije y te seguí
paso a paso por la orilla,
caminando tras las huellas
y el dolor de tus pupilas;
así fuimos por el mundo
en silencio y de puntillas,
procurando no hacer caso
a miradas incisivas,
y es que fuera del silencio
hay murmullos y sordina
que se acercan y te envuelven
prometiéndote caricias...
Y dejamos los recuerdos
de la infancia en una silla,
recogidos y guardados
con ternura y poesía,
y quedaron los instantes
y las tardes con sus citas,
las mañanas en el cole,
los mensajes con su tinta,
y dejamos con tristeza
muchas noches de vigilia,
en que hablando con la luna
compartimos alegrías
y también preocupaciones
de la vida y la familia,
con proyectos de futuro
y promesas muy bonitas...
\"...Pero seguí tras tus pasos
y me llevaste a la orilla,
y allí, cerrando los ojos,
sentí tu mano en la mía...\"
Rafael Sánchez Ortega ©
18/02/19