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Poner a refrigerar tu soberbia bajo un fardo de hielo seco, servirla después en un vaso con licor ácido, con poco de exhibicionismo de manteca rancia para que las moscas verdosas se traguen tu sangre sin diferenciar tus fósiles de evolución humana, la perfecta teoría de Darwin perfectamente intacta y genética, donde tu altiva opulencia se recuerde más a un sindicato de híbridos populares de panfletito sagrado de la crisis social del segundo tomo de tu creencia, -tesis, hipótesis- sindicato-beneficio para deleite de los enfermos y sus virtudes, aclamar tu hermosa balada poética de rústica urbanización, lavarlo y perfumarlo con la congestión nasal y la garganta reseca me recordaría los murmullos finos de un trineo de perros y una periodista para negociar los contratos. –cómo me recuerda la fiebre del perro orinando la torre de Eiffel o la trituradora de una fábrica sobre el tendido eléctrico de la subestación, prefiero escuchar la balada romántica de Arjona, aunque tenga que reconocer que la brújula apunta más al poeta irreconocible parado en la antesala de la letra.
[Hace más daño quitarse el antifaz de pelo graso con esa voz gangosa y su currículum vitae de huevo hervido pasado por agua…]
Bernardo Cortes Vicencio
Papantla, Ver, México
02:2525022019