Mientras dormías, mis dedos de torpe caligrafía
Escribía en tu piel, te amo, y tú no lo sabías,
Al mismo tiempo que mis ojos al fin se llenaban de ti,
Fue entonces que muy despacio cubrir tu cuerpo
Para que no sintieses frio, ante mi ausencia,
Comencé a vestirme, y te desborde con la mirada,
Y convertí tu imagen en una oración,
En un credo, más bien diría.
El reloj me indicaba, que aun no era tiempo de marchar,
Y me demore a tu lado,
En un brevísimo instante tus ojos se abrieron,
Y yo quise mirar hacia dentro, pero nuevamente lo cerraste,
Me recosté a tu lado como queriéndome quedar.
Inundo la habitación una brisa fresca y te abrace
Sigilosamente, recogí el perfume de tu piel, por un instante
Retire lentamente mis manos de tu cuerpo,
Y me fui, no sin antes darte un beso en secreto,
Y guarda como un tesoro, todas las caricias,
Para mis noches eternas.