Me devoran lentamente los te quiero que no pude susurrar a tu oído,
Como una lluvia de espinas envenenadas que se clavan en mi piel,
Así me agobia el recuerdo de nuestras noches de pasión...
De los besos que nos consumían,
De las caricias que nos elevaron
al paraíso de nuestras almas juntas.
El eco de tu voz rogando más en nuestro extasis,
Tu cuerpo que temblaba,
Mis brazos te apretaban,
Y la humedad de nuestro amor lleno tu piel.
Y nos sorprendió abrazados la mañana,
Cada ocasión que dimos rienda suelta a la pasión,
Y con mis besos escribí mi nombre en tu espalda,
Y sonrias al sentir los latidos acelerados de mi corazón.
Pero no estas,
Aunque no te fuiste del todo,
Queda conmigo la escencia de este amor,
Y donde estés, se que al cerrar tus ojos,
Te consumen los recuerdos, ahí estoy yo.