Estas palabras que te escribo, en realidad quisiera decírtelas, pero como cada vez que lo intento no querés escuchar, no querés entender, quizás no podés...
Tanto dolor me causa esta lejanía que empieza hoy. Pero me siento tonta. Porque solamente a mí me importa. Aunque hayas dicho que no es así.
¿Pero cómo confiar en tu palabra? Si este último tiempo no fue más que pensada y falsa...
Este error de querer sin medida a alguien que en realidad no siente lo mismo. Este sentimiento unilateral de uñas afiladas que me desgarran por dentro.
Intento borrarte hace tanto... Pero fracaso tras fracaso, tras fracaso. Sos como una línea de cocaína que resurge de repente cada vez que me rehabilito.
Sin embargo, y aunque sea tan insoportablemente doloroso, tengo que volver a intentarlo. Alejarme. Porque al fin y al cabo siempre terminás haciéndome mal... Mirame ahora, escribiendo en prosa. Me sacás el verso, la poesía, el orgullo, el sueño... ¿Qué más querés?
Vos no querés escuchar. Mi voz quería alcanzarte. Y ahora solo queda el vacío, y soltar las palabras al aire, para que el tiempo se las lleve. Y si tengo un poco de suerte, tal vez me las olvide.
Y si me quedara todavía algún atisbo de esperanza, tal vez, y por fin, te olvide también a vos.