El más viejo de los pescadores,
un negro de colochos blancos,
mientras echaba su atarraya
entre las aguas de la bahía,
le preguntó a uno de sus jóvenes acompañantes;
¿qué te pasa?
¿por qué dejas de pescar?
a lo que el muchacho de mala gana
le respondió:
-horas y horas y no consigo pescar lo que quiero-
después del silencio el viejo repuso
Dios ha puesto todo en la naturaleza
y a la naturaleza a nuestros pies,
a nuestra disposición y señorío,
cambia de redes o de mar…
pero no claudiques del empeño
de lo que realmente pretendes.