Desde aquel recuerdo de árboles
y del mar que yo no conocía,
pasaron lluvias y llegaron sueños.
Los árboles fueron bosque cierto y pude
conocer el mar y en él la inmensidad
inabarcable.
Y el mundo se abría en maravillas
hasta que pude entender que no había asombro
como el de mirar tus ojos.
Fogata flamígera de privativo brillo
que conoce el secreto del vuelo de las aves
y que cambia a su antojo y se vuelve
suavidad de pétalo e inocencia pura
para cobijar almas…
Me recuesto en la frescura de la arena
para ver ese ocaso teñido
y vuelvo al recuerdo, cuando ignoraba al mar,
desconocía el mundo de tus ojos y su brillo
y me entrego al descanso.
Y comprendí, el misterio.
De mi libro “De esas letras pendientes”. 2018 ISBN 978-987-763-836-3