¡¡A MI HIJA LUCÍA!!
Yo, que hice de mis brazos tu lecho, tu morada,
te aferraste a mis dedos, de niña con apego,
pediste mis nutrientes de madre, el desapego,
yo, que abracé tu cuerpo de niña iluminada,
quien me designó el rango de madre como aliada,
cumplí todos mis sueños, el fruto de mi riego.
Te anidaste en mi pecho, tu cuna mi sosiego,
yo, que hice de mis brazos tu lecho, tu almohada,
me consagré tu madre, velando tu niñez.
Creciste como árbol con sus ramas al cielo,
con todos los permisos, todas las libertades.
Y hoy que te siento cerca ¡lejana intrepidez!,
llenaste tu mochila surcando así tu vuelo.
Te extraño con el alma y acepto tus verdades.
Si fuesen soledades,
asumirá esta madre que su niña ha crecido,
bajo el místico manto de un cielo bendecido.