No todos los niños del mundo tienen un hogar y unos padres que los quieran.
Algunos no han conocido nunca la felicidad, no saben reír, tampoco nunca han jugado con juguetes.
Son muchos los niños que hoy día sufren por diferentes causas.
Por esos mis queridos peques, debéis de estar contento porque vosotros tenéis una familia y un hogar.
¿Por qué os digo esto? Muy sencillo, saber apreciar lo que uno tiene, antes que os falte, y ser feliz con las cosas cotidianas, que muchas veces los mayores pasamos por alto.
Siempre tenemos que mirar atrás, y veremos que hay quienes están peor que nosotros.
Quiero contaros un pequeño relato, y que no lo olvidéis nunca.
Es de un niño rico, y otro pobre. Sí, un niño que tenía de todo y otro que no tenía de nada.
Un día se encontraron por casualidad, los dos mirando una vitrina de unos grandes almacenes que tenía todo lo que un niño pudiera desear.
El niño que tenía de todo lo que mostraba la vitrina, dijo en voz alta. ¡Qué pena tener de todo! El niño que no tenía de nada lo mira con ojos sorprendidos y le pregunta, ¿por qué dices eso? Yo me conformaría con unos cuantos caramelos y sería muy feliz, a lo que el otro niño le contestó.
Yo que tengo de todo, quisiera no tener de nada, para así ser feliz cuando consigo algo.
El otro pequeño, no podía creer lo que estaba escuchando.
Veía como sé alejaba el niño que tenía de todo, triste y cabizbajo.
El peque, introduce una de sus manos en el bolsillo de su pantalón y una gran sonrisa ilumina su cara. El motivo es que al introducir su mano ha encontrado un chicle que el día anterior guardo, liado en un papel de orillo. Su carita sonriente, demuestra, la felicidad que siente.
Gaviota Romero Blandino