He pensado que tengo tanto por decir y la realidad es que al llegar el momento oportuno los pensamientos desaparecen. ¿Será porque en estos momentos ningún sentimiento que supere las expectativas me abarca?, ¿en qué momento la nada se adueña de nuestras vidas?. Las eventualidades drásticas y consecutivas quizás son el fundamento del proceso de transmutación emocional del todo a la nada que se experimenta; puede compararse con un pequeño episodio de declinación que encuentra su patrón estable, o, de manera coloquial el fin del abismo: \"estás tan abajo que no puedes descender más\".
Estando en la \"planicie más baja\", donde se puede caminar sin esfuerzos máximos, es cuando la mente entra en un proceso de auto-descubrimiento, o, por el contrario, es cuando se encuentra más extraviada debido a las emociones que la condujeron al fin abismal; haciendo caso omiso del estado de la psique se aclara la importancia de que la llanura es el terreno adecuado para descansar sin aligerar el paso.
Lograr el dimensionamiento del tiempo de vida como una montaña infinita por la cual debemos transitar, algunas veces en compañía y otras, la gran mayoría, en soledad, conduce a la determinación de que es exclusivamente responsabilidad del sujeto haber caído por alguno de sus precipicios; es similar a ese momento en el que estás escalando las paredes montañosas, encontraste un agarre fijo, pusiste el pie adecuado en la roca saliente, y, en una milésima de fracción de segundo, donde se congela eternamente la escena frente a tus ojos, observas el pie en el aire, la roca desprendiéndose y cayendo abruptamente al vacío mientras tu razón colisiona al enfrentarse a la realidad de que aquel agarre fijo no era más que una raíz ligera y mal pegada a la naturaleza; la imagen se descongela, la milésima de segundo se queda en el pasado y sientes el vértigo de la caída y el golpe seco en el suelo, te ves a ti mismo estampado en la tierra y a su vez, ves las paredes montañosas imponentes que traicionaron tu confianza.
Flaqueza de espíritu, ese el primer pensamiento que se vuelve pseudo-conclusión cuando se camina tranquilamente después de asimilar que ahora estás más lejos de la cúspide montañosa, pero, inmediatamente, surge el reproche como consecuencia instantánea del amor propio: ¿qué tan cierto es que la caída fue provocada por debilidad espiritual?, si fuese una verdad en su totalidad estaría el humano caído del Edén estático en el mismo sitio donde pereció momentáneamente; ¿exceso de confianza o falta de ella?, exceso de confianza, falta de verificación del estado de la naturaleza, transitar la montaña sin constatar la estabilidad de cada paso puede conducir a caer repentinamente cuando el azar no es favorable en nuestro destino.
Sin disminuir la velocidad y sin el esfuerzo desmesurado que realizan nuestros músculos cuando trepamos impulsados por el deseo de conocer qué encontraremos en la cúspide, seguimos la tortuosidad del camino a pesar de sentir el temor de que la madre Tierra abra sus fáuces y nos devore en el tiempo que toma inhalar aire, vamos en aparente tranquilidad, después de llegar al proceso de aceptación del retroceso y como una lluvia que en apariencia no será una gran tormenta se germina la siguiente pregunta: ¿dónde nace la confianza?