Siento que vivo la generación del XXI
y al mismo tiempo la desprecio.
En la terraza del ayer
ya no me asomo
no coordina el tiempo con mis pasos
ni mis manos
se abren al abismo del recuerdo…
Sin embargo ellas recorren mi cuerpo
mientras el agua de la regadera (caliente)
abre mis poros y -deja salir mis desconsuelos-
Mi cama y mis viejos libreros
la puerta cerrada
y el ventanal sudado
han hablado conmigo y, me han dicho:
No permitas que el vértice
ni la directriz se asocien
el camino es oblicuo pero nunca indeciso.
Ya no sé a dónde voy ni por quien me decido
…Pero si tengo que subir esta cuesta
seguiré mi camino.