En la correspondencia de mis aminoácidos
se encuentran las certezas del futuro.
Ellos experimentan con la vida,
detallan la figura del cuadrado
y pueden sobornar sus diagonales;
hacer que lo que es lento
despierte con los golpes del martillo,
que lo que era alboroto
vuelva a ser un estadio sin butacas,
tocar el timbre de las puertas rotas
y ejecutar con suma precisión
las leyes que describen los periódicos.
Ellos son los autores de los pasos de cebra
y la ilusión que admite cruzar el paraíso.
Nosotros adornamos las sentencias
con cintas de colores. Todo lo más venimos
de intercambiar miradas
con los ojos que han muerto
en las pescaderías,
con los libros
que saben arrastrarnos,
que llegan con sus mares hasta nuestros piratas.