Mi amada mujer tan dulce y querida,
quiero que sepas que ya eres mi vida,
si te resulta absurda esta ironía,
besa mi boca y sabrás que eres mía.
Si por azahares de este cruel destino,
no hallases mis pasos por el camino,
búscame en la oscura noche aquella,
donde ilumina tu mirar de estrella.
Esta carta que hoy escribo con gran amor,
es para ti mi dulce, bella y tierna flor
que me das de tu boca el alimento,
dulce miel que libo de tu aliento.
Si dudas tienes, del amor que profeso
al decir tu nombre: siente mi beso
y sabrás que es real este sentimiento,
pues en mi; no es usual el invento.
Amor déjame ser de ti el abrigo,
que llene de calor tus frías noches,
deja que mis manos sean el broche,
que unan tu delicado cuerpo conmigo.
Y hoy; amada mía, en esta serena
y delicada noche estando junto,
quiero descifrar amor este asunto,
de saberte totalmente así, plena.
Por eso tierno amor de mis amores,
esta mañana despiertan la flores
y cantan las aves en tu morada,
para llenarte de amor ¡bella amada!