Conductores salvajes, peatones
que provocan atascos permanentes,
culpables son de los cien mil trancones
que padece Colombia diariamente.
No se cumplen las citas a la gente
y es escarnio de obreros y patrones
respetarles el turno a los presentes,
porque asumen que son bobalicones.
Reclamarle justicia al poderoso
que la ley desconoce impunemente,
es dar lora cual mísero piojoso,
y esperar como simple ciudadano
gozar de libertades cabalmente,
es utópico en suelo americano.