Mi hija Silvia empezó a caminar
con paso tambaleante e inseguro
el día en que Armstrong y Aldrin
pusieron los pies
en el Mar de la Tranquilidad, en la Luna,
tambaleando ellos también con paso inseguro.
La coincidencia me pareció interesante
y digna de consideración.
Ese día, 20 de julio de 1969,
otros miles de niños empezaron, supongo,
a dar sus primeros pasos
sobre la superficie de la Tierra
en el mismo momento en que los astronautas
empezaron a dar saltos y rebotar en el suelo lunar
como grandes fantoches sin peso.
No sé cuantos de nosotros padres notamos
la coincidencia y sacamos presagios
en relación al futuro de nuestras criaturas
aterrizadas en este Mar de la Inquietud
aquí, en este planeta donde la fuerza de gravedad
no nos permite despegarnos del suelo
como allá arriba en la luna, donde hasta ese día
habíamos llegado solamente
cabalgando nuestros sueños como hipogrifos.