La palabra se sienta junto a mí
como un locuaz murmullo
sobre la calle antigua.
Que la magulladura detenga el pensamiento
es, a veces, la causa de una conversación.
Que ella desmonte, altiva,
la soledad del mundo,
tampoco es para tanto.
Ya me acerca su voz.
Ya se gira a mirarme.
Ya me pongo a escucharla.