No puedo recordar
cuántas veces dije tu nombre,
ni las veces que vi tu rostro
en las cosas que me rodeaban.
Porque mi memoria guarda
en todas las células de mi cuerpo,
tu sonido, tu olor, tu sabor,
las sensaciones que me dejaste
y aún tu silencio, que a diario
vacía mi existencia de a pocos,
desde aquella vez que partiste,
para no estar más a mi lado.
Y a pesar, estar siempre presente
en todos mis días, tú.