Te voy siguiendo,
mariposa amarilla,
llévame lejos.
A dónde quieras,
aléjame de miedos
y de tormentas.
Te escribiré
los versos más hermosos
que hayas leído.
Y si tú quieres
haremos un descanso
en las colinas.
Veremos luces,
brillar en la distancia
de algunos barcos.
Tras las aldeas
la sombra de los mares
será presente.
Entre las piedras
y ruínas de las casas
crecen los árboles.
Son los vestigios
del tiempo en que las minas
eran activas.
Ahora, el silencio,
responde a las preguntas
que nos hacemos.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/02/19