Me dueles tanto, luz ausente en los faros, sangre desvanecida que acumulas en un corazón persistente; sentido de mi obstinación, ímpetu intermitente, parte de mi ser, fragmento de mi vida y objeto de mi amor.
¡Me dueles tanto que desespero por la resonancia de tu jadeo! Brotan de mis parpados lagrimas como si no hubiera fin, como si supiera que nuestro destino no existiera, y un abismo absoluto absorbiera tu presencia.
Me dueles tanto… me dueles tanto. Ya no eres tú, simplemente barro de vasija rota que filtra el destello de tu alma, un faro desorbitado, un riachuelo condensado, energía que se escapa, materia sin espíritu.
Adiós a tu mirada, adiós a tus abrazos. No escucharé tus risas, ni siquiera tus cantos. Y me dueles tanto pedazo de mi alma, pero debo seguir viviendo para que vivas en mis recuerdos.
Luis Adolfo Otero