Esta noche me perdí buscando tu nombre.
Fueron en un principio desamparos.
Y estrellas de hebras imposibles.
Y caminos de huesos acostumbrados.
Calcinados pies de yesos queriéndote.
Hoy te vi vestida de negro.
Con campanas de un sonido nombrándose.
Pasabas preciosa y te asomabas a los balcones
de estas manos de piedra que quieren abarrotarte.
Fue así y en un golpe te nombré.
Fue la ilusión de una madrugada
llena de océanos solos, desorientados.
Bajo el agua muerta de una luz afarolada
encontré tu imagen que era la ilusión que me mantiene.
Tu sombra circuló paralela a mi hasta mi casa.
Y tuve conversaciones que eran gritos silenciosos.
Y me perseguían peces mordiéndome el deseo.
Y redes hechas de barrotes y limites.
Temblaban mis manos y el tacto se hacia ausente.
Fue así como mi puerto pescador volvía a ti.