En el día tu levedad de nube
vaga por mis cambiantes ojos.
El sol que te mira apenas
pasajera por las calles húmedas
se pierde de celo desesperado.
Anochece.
En los corazones que esperan
hay algo más de ti, en tu imagen
de soñada luna;
y el cielo y el paisaje
que tapizan el invierno
dejaron en tu rostro
la última hoja que el viento
jamás desprendió.
Vive atada a ti
y su color es como
la miel del beso.
También, compañera
hallo dentro tuyo
una voz como no todas
y entre las mujeres
que existen y dan
tierno homenaje al viento
pronunciando versos
y canción eterna,
haces brotar
de tu imagen las nubes
con que arrastro
mis sueños solitarios.
¿Qué sentirás tú?
pequeño haz de luz
que tu cuerpo
es todo arte
encendido
de pasión ávida
y sereno llanto
y estas manos
que rozan
despiadadas
la suavidad
de tus hojas.
Bebo de ti
arcoíris de néctar
bajo el firmamento
de metal fundido.
Y tú,
recostada junto al fango
donde nació el hombre,
que observa e imita
tu espalda de óleo
sobre el lienzo
del atardecer,
descubierta.