Neblina.
Debajo de la neblina que trae el poder del otoño, yo vengo a encender palabras que prendan tus dulces ojos, lo que es en ti una sonrisa y aquello que en tu alma es suave, lo que es en ti una mirada y un verso en la voz del arte.
De ti no recibo faltas, tan sólo recibo aromas… y escritos que a la distancia me alegran todas las horas. Son horas de noches bellas, de versos de tu bondad; son horas que al viento vuelan, que nunca han de terminar.
Me alegra ver cómo eres, saber lo que estás soñando, que eres la que vi siempre, la prima de los encantos. Por ti las palabras se alzan, se alzan a cielos nuevos, y al Dios de las alabanzas le pido que sean eternos.
Con bellas y tiernas letras, te escribo desde el silencio; y todo mi regocijo se suele esparcir en sueños. Se pierden las horas tristes, se van de la noche azul: las horas que fueron grises se fueron porque estás tú.
De ti no recibo faltas, tan sólo recibo aromas… y escritos que a la distancia me alegran todas las horas. Son horas de regocijo, de encanto y alba esperanza; son horas de un sueño vivo, de un sueño que en mi alma canta.
Debajo de la neblina que trae el poder del otoño, yo vengo a encender palabras que prendan tus dulces ojos, lo que es en ti una caricia y aquello que arde en tus manos, lo que es en ti una mirada y el verso que está en tus labios.