Me gusta el tiempo porque no existe
Me gustan las cosas que no existen
Como este delicioso delirio
Como el verso previo en mi mente
Como la hora de cerrar las ventanas
O de apagar la tele
Como la sensación de sentirse oscuro en la claridad de la noche
Y la hora de de dormir
Como la morada de las olas
Y de las nubes
Me gustan las cosas que no existen como los oráculos
Y los umbrales
Invisibles
Casi imaginarios para muchos
Pero para mi tan reales
Tan lúcidos que me invitan a viajar
A pertenecer a la inercia del momento
A la estructura de la vida
Que no existe pero a todos nos toca
Y dicen que las cosas cuando uno las nombra ya se vuelven reales
Se cosifican los fenómenos y los procesos
Los mundos en las cabezas inefables
Cuando soy lucido
como la transparencia
Y no tengo preguntas ni respuestas
Como el aroma de un bote pesquero entrando al mar sin criterio
Con colores vivos de subjetividad