Hay una frase en mi tórax
que se amolda a tu oído
y despierta en tus labios una sonrisa hemisférica;
una composición de letras que enumera
las partículas de tu contorno y te estremecen
hasta descubrir tu alma desnuda.
Existe una caricia en mi mano
que tiene la forma de tu cuerpo,
donde expreso lo que no dicen mis labios,
lo que no tiene sonido
pero que tiene las mil sensaciones
que alimentan tu vientre
y cubren el espacio
de tu piel a tu pecho.
En mi verde mirada existe un deseo
que se vuelve vida,
que se ajusta inquietamente al negro de tus ojos
y se vuelve palabra;
que se revierte en la caricia de mis manos
y conducen los sentires de mi tórax
a decirte al oído que te amo.