Sembremos sueños, doncella,
para un día cosecharlos.
Sembremos anhelo, nardo
cual vara de san José
fragrante florece un mes
para perfumarte, bella.
Sembremos para gozarnos.
Abre tu mano y recibe
las semillas del futuro
y que haya vida, no muros.
Y con paciencia esparzamos
y, sin prudencia, los “te amo”
recémonos cuando mire
tu piel con amor maduro.
¡Ay, amada mía, aurora
del cielo boreal querido!
Que avance el tiempo; lo pido.
¡Ojalá pronto florezca
nuestra alegría y que crezca!
¡Ojalá ya llegue la hora
de los sueños verdecidos!