LA VEJEZ A MI PUERTA TOCA
Sin sentir los días sin sentir pasan,
el momento de meditar en ellos, llega.
La juventud de prisa vuela,
al voltear la vista al tiempo,
de su peregrinar cuenta nos damos,
veloz como el viento huye,
cual fugas suspiro poco a poco escapa.
La mocedad como el agua entre los dedos,
pasar la vemos.
La vejez inexorable a nuestra puerta toca,
detenerla jamás podrémos.
Los abuelos decían, sin razón faltarles.
En el mismísimo instante en que nacemos,
a morir principiamos,
un año más de vida, es un año
menos de existencia.
Esta inevitable verdad ahora comprendo.
Los años en su diario existir,
un combate cotidiano contra el tiempo brega,
una incesante lucha de no sucumbir, es.
Lo inapelable, evitar no podemos.
La expiración, ineludible con denuedo acecha,
en silencio sus pasos lentos se acercan.
y sin más ni más, a la eternidad,
nos arrastra.
bambam