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Cuando la paz escrita sea construida y sea el texto educado como la instauración del universo, y el arte sea el acto de urbanidad y, la coherencia sea la estética y si ésta tuviera la actitud auténtica , todos tendríamos la virtud de los ciegos, el gusto por los vicios, los idiomáticos en que desova el éxtasis y el puño ensálmico de la boca como una ensoñada postura de medialuna, tal vez podrías ponerte la última camisa de Carl Sagan, y la delicadeza mental de un argumento sin misticismo, sin desgastar la realidad donde diera el primer acto de pecado: diera a luz el abismo o abortara cierta lucidez en el eco/materia, caos. No te viera como te veo, como antiguo mal dándole ilustre al falso hombre de los templos con el diezmo literario, y tu enorme codicia mordiéndole la cola al conocimiento prostituyéndolo entre la mierda de los perros y la basura de las fábricas, porque no es otra cosa que la imbecilidad de tu porte con que te observ/o/as al sacar la navaja y darle tajo al embrión nostálgico con tu risita de Neruda con que te place humillar al joven poeta que está a mi derecha; tu letanía suelta de altivo labio de adúltera y tu grandísima asma contagiada por la radiación de Hiroshima y el ocio de un piano histérico de tu voz doméstica y la gran república de tu jadeo alcohólico. Has inventado el aplauso como un sello personal y al tam-tam a tu ídolo de mentiras adorando a Quetzalcóatl y el séptimo espíritu de tu deidad con el hocico de hiena. Te juro que hoy cruza por mi cabeza tu graznido de garra abierta.
[Para ti, hasta la maldita piedra de un chiquero seria famosa y darle un premio nobel al cinismo, y manosearle la fama al ilustre, al arribista, al peón de los cobertizos, su divina belleza de joyita de grandilocuencia, Mario Benedetti la guardaría bajo su ropa raída de extrema pobreza…]
Bernardo Cortes Vicencio
Papantla, Ver, México
01:1805032019