Alexandra L

Jinetera

 

JINETERA.

Se levanta a media tarde, con agrio olor a resaca
sobre la mesa la plata que hizo la noche pasada,
en un pequeño camastro dos pedazos de su alma
que sin saber le sonríen, llenan de besos su cara.

Alista sus ropas limpias, y la cena preparada
humeantes platos que llenan estómagos de esperanza
corre la tarde de prisa en el hogar que la ampara,
de los ojos que desnudan su bella piel castigada;
carne de dolor y angustia, entre sábanas  manchadas.

Lleva sobre sus caderas el peso de ser esclava
de una promesa baldía, de una trama solapada
injertos de mil sistemas de fórmulas fracasadas,
llegando a la escalinata,  la universidad soñada
graduándose con honores, gloriosa meta alcanzada.

Mas no da casa y comida el título que proclama
el escrúpulo no llena,  ni viste, tampoco calza
y a espaldas de su conciencia, JINETERA  se declara
muchos miran  de reojo, otros la maldad desatan
mas a la hora de la hora, todos bailan en la danza.

Se prostituyen mujeres, hombres,  y se sostiene el canalla
que ha exportado la epidemia que pisotea las almas
con antifaz de igualdad, mueren de vergüenza al alba
comparsa de pordioseros, hambrientos, en caravana
pena que humilla mi tierra, tan sola, y abandonada.

Sopla una brisa de alivio, en la isla avasallada
un parche en mantas roídas,  utopía cultivada,
más es tan lenta la cura, ante un mal que se agiganta
y por miles,  como aves en invierno, vuelan a tierras más cálidas.