Ya estoy cansado de mostrar miserias,
por la tristeza que mi pecho siente,
y prefiero olvidar lo recurrente,
denunciado con rabia y con histeria.
No me importa el cretino prepotente
que lleva la maldad en sus arterias;
no transforma el insulto la materia
del que burla el derecho impunemente.
Continuaré con mi canción ardiente
por prados más tranquilos y amorosos,
decidido a llevar mi pensamiento
hasta el remoto porvenir naciente
de un tiempo menos vil y doloroso
como el sufrido en el actual momento.