Cuerpo número seis: Aura Guns.
Blanca, pálida. Como debe ser un muerto.
Balazo en el cráneo.
La inseguridad cada vez es peor. Vaya país.
Creo estar enamorado.
Esta mujer no es como cualquier otra.
Sus labios carnosos me invitan a morir.
Me dicen, que lejos, más allá de los primeros años, ella me espera.
Tengo miedo de que sea un amargo delirio.
Pero no puedo simplemente hacer mi trabajo y dejar que se la lleven.
Cada contacto de nuestras pieles destila un morbo erótico.
Es imposible no apreciar su vientre plano, su cintura frugal.
Su vulva carnosa, sus dedos de pianista, sus pezones apuntalados.
Sus ojos, eternamente cerrados. Su silencio que me tensa de súbito.
No soy un necrófago. Soy un poeta y un forense.
Soy mis labios lamiendo sus oídos inertes.
Mis dedos planchando sus células muertas.
Mis manos amasando la perfección de sus senos.
Y le abro el abdomen como quisiera abrirla en canal.
y partirle los huesos de un lado y dejar intacta la otra mitad.
Y comparar la diferencia entre un universo perfecto
y la cantidad de perversión que forman un universo infámico.
Le Saco los órganos y solo quisiera comermelos en un acto de amor agónico y placentero, donde lo poco que conozco de ella me resulta trivial.
Me sumerjo en medio de su corazón de su corazón quieto y le arranco el alma, el maldito poeta se muere poema se va a la mierda. Bebo de sus vasos y mientras le hago el amor hoscamente lloro por su muerte.
Me lamento postrado entre el semen y la mediana desnudez. Sintiendo el luto de nuestros futuros hijos muertos, que nunca van a nacer.
Lloro. Lloro como si su vida cobrase luz por hacerlo.
Este pedazo de metal frío toma forma de cielo.
La vacío de ella mientras la lleno de mí.
Exhalo paranoías por horas, hasta que respiro la calma y vuelvo a estar cuerdo.
La sangre, abundante, vive entre la muerte.
Fría, como el cuerpo de Aura Guns.
Lloro, desbordo entre lo inadmisible. ¿Qué dices?
También te amo. Pero entre nosotros no es posible.