Sueños dorados alimenta mi fantasía
en la tarde de oro de mi agobiada existencia,
aletean como mariposas en mi presencia
sin procurarme sosiego noche y día.
Esmeraldas y topacios veo en la lejanía
que impregnan mis sentidos con efímera esencia,
mas no pueden en mí reemplazar el mal de ausencia
que durante tanto tiempo aflige el alma mía.
De purpúrea luz un rayo esperanzador
de mi áureo sueño ha venido a liberarme
y, con signos de maternal amor y ternura,
a mis remotos recuerdos anhela mudarme.
¿Logrará trocar este tormento y amargura
en el gozo y ventura de mi primer albor?