“¡Salve, MUJER!”
Los machos han denostado.
Mujer, el ser, más amado,
Del hombre peor tratado:
Botín siempre fue de guerra.
Siempre la mujer ha sido
Del hombre esclava y objeto,
Salvo vates elegidos,
Que el poder saben secreto.
Centrada está en la mujer.
El delito cometido:
Haber nacido mujer
Sin permitirle escoger.
Talló cuerpo tan perfecto
Que ningún otro escultor
Esculpió algo tan selecto.
Alcanza la perfección.
Sin humana servidumbre,
Dentro de una vitrina,
Sería de admiración
Durante toda una vida.
Todos celan su hermosura,
Belleza y tanta ternura.
El fuego se queda corto
Para fraguar su textura.
Hasta el mismo Dios “voyeur”
Bula de mujer demanda
Para ganar su taller
Y a su hijo poder nacer.
Venia a la mujer pidió
Para dar vida al Hermano
Que a todo humano salvó.
Al vil hombre hace nacer,
Con rasgadura en el parto
Del cuerpo de la mujer,
Sufriendo dolor y espanto
Con generosa bravura.
Encuentra el hombre asidero
En la mujer epicentro,
De la vida, su sendero.
Hace el sentido perder,
Y al hombre caer rendido
Aunque bravo y aguerrido.
Esclaviza a la mujer,
Y utilizando la fuerza
La somete a su poder.
Amor y cariño busca,
Y el hombre con su poder
Sólo sexo y pasión busca.
Y el hombre el obedecer,
Si quiere favor tener
De un momento de placer.
Utiliza en su placer,
Y después de utilizar
La olvida ya de tener.
La busca señora luego,
Despreciando todo aquello
Que anhela con tanto celo.
De mujer enamorada,
El hombre fuerte y feroz
Le tiembla su propia voz.
El hombre gran sembrador,
Los dos unidos en uno
Prosiguen la creación.
Tan brava y tan insolente,
La maternidad convierte
En la madre diligente.
Lo más digno es su dulzura
Al dar pecho a su criatura
Con amor y con ternura.
Todos son unos serviles
Para conseguir favores
De la mujer más decente.
Sobre el hombre siempre ha estado,
Reducido y humillado,
El orgullo ha de perder.
A papados y obispados,
A reyes en sus reinados,
Y a soldados entorchados:
A todos siempre ha burlado.
Cae en embrujo de amor
Que escapa de su poder.
Y el hombre más burlador
Abusa de su pudor.
Y en el campo laboral.
En el orden natural
La mujer no tiene igual.
Es la máquina perfecta,
La mujer con su ternura,
Forma la suya completa.
Hasta el más vil y cobarde,
Al final de su sendero
En el último suspiro
Invoca siempre a su madre.