Escribiría un poema
si escribirlo dejara la impronta
del insecto inmóvil,
de dos puñales clavados en un desfile turbio de latidos
desesperantes, aunque sordos
y si el poema fuera tanto la cura como la perdición.
Si dejara mi vida en él, sin importarme nada,
lo escribiría.
O si fuera la pastilla más efectiva,
para los males que llaman del corazón
pero son del cerebro y de los genitales.
El corazón es un simple medidor sucio y vulnerable
que en el momento menos pensado se apaga.
Como una bombita berreta.
Que os lo diga mi hermano.
Escribiría un poema, quizá, si la poesía fuera magia en bruto
o un algo iluminado
pero es pedante y cruel cuando la abandonas.
Y lo peor, es que te invita
a suicidarte. Más de una ha caído en sus redes.
No seré yo Alejandra. Sin embargo a veces, cada tanto...
finalmente me vence, y escribo.