Ya lo dije una vez y lo repito:
Estoy cansado de mostrar tristezas,
no sé si enmudecer o dar un grito
que me parta de pies y de cabeza.
Está mi corazón solo y contrito
de ver alrededor tanta vileza;
es amargo vivir entre el delito
donde reinan el dolo y la torpeza.
Crujiré no sé cuánto ni sé cómo
con esta realidad que me atenaza
cada momento de distinto modo.
Si creyera en un Dios le pediría
un gramo de paciencia y esperanza
mientras busco a mi vida un acomodo.