Compañero, esta tarde las flores te has llevado
tras los charcos de lluvia que mojaban tus huellas
con lágrimas de todos los ojos que han llorado
bajo la misma pena que apagó las estrellas.
Aún siento acariciarte sobre el cielo nublado
tratando inútilmente de borrarme tus huellas,
si en las manos las tengo, como el viento, tatuado
en mis horas contigo, ¡oh las horas más bellas!
¡Cúanto dolor y cuánta tristeza en tu letargo!
Mis ojos se consumen en polvo deprimido
derramado en las letras de tu sepulcro amargo.
Compañero, esta noche lloré tu despedida.
Y el mundo cancerígeno me juzga confundido
por el terrible hastío que tengo con la vida…