A. Martinez

Lo amado.

 

Lo amado nos
devuelve la ciudad
y sus fronteras,
se abren ventanas,
regalándonos
afilados olores,
de una estación
que resuena
bajo las pisadas
de la bienvenida,
una chispa
nos recorre el cuerpo,
y el calor de una mejilla
vuelve a colorear
de realidad los labios;
en cada surco
de los dedos
corren ríos
de sensaciones,
y en el pecho,
una voz reconocida
nos impulsa la sangre
con su redondo eco.

 

Eduardo A Bello Martínez
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