En función de este tenue desvarío
se oculta inerme tras la mirada
la razón por el asalto arrumada.
Inopinada fortuna, loable brío.
Escapa del tiempo aquella sonrisa,
el quimérico influjo y el complejo
que fue dejándose en el espejo
el reflejo de esta triste premisa.
Ahogado por el eco que deja la huida,
que traza el alba y precipita la vida
serpea el alivio en la virtud perdida.