Tic toc, tic toc.
Cae la lluvia e insiste mi reloj.
Ningún libro de amor advierte que aquel remoto sentimiento deba ser compartido para poder vivirse.
He de sentirlo con un vigoroso aliento y un par de raíces.
Haz de sentirlo sin aliento,
haz de sentirlo sin raíces.
Es allí donde la hecatombe se presenta,
quizás en ríos,
quizás en letras.
Tic toc, tic toc.
Cae la lluvia e insiste mi reloj.
Recuerdo mi ultima estimación,
el amor lo siente uno,
rara vez los dos.
Tic toc, tic toc.
la ultima vez que suena mi reloj.
Y ahora con un tanto mas de ahínco ,
bebo de aquel río llamado proeza,
escribo con letras la copla sin reglas.
Y llevándole el juego a mi voz ya sin nido,
me esfuerzo diariamente para encontrar tu oído.
En el mar azul del cielo,
ahora surca mi ruido,
porque no encontré a mi amada,
porque no llegue a su oído.