Alexandra L

De los Sencillos IV

 

De la campiña la brisa,
con aroma a limonero
Junto al rebelde romero
y la amapola rojiza.

Del mar el beso salobre
su envolver abrazador
cuando la ola se rompe
en encajes bajo el sol.

Del cielo la transparencia
azul, inmensa divina
donde las nubes dibujan
con una magia infinita.

Del río el suave murmullo
arrullo oculto en la sierra
Y su entrega a las dos aguas
en la espumosa ribera.

Del amanecer la gracia
de regalarle a mis ojos
abanicos de colores
tras el horizonte rojo.

Adoro el  monte y su encanto
el mar y su inmensidad
el cielo y la libertad
los sueños y desafíos.

Disfruto el tiempo vivido
el perfume de una flor
entre música y canción
la armonía que embelesa.

La poesía la riqueza
que  va  cultivando el alma
las tibias tardes en calma
cuando la luna regresa.

Las alas de plumas finas
que el verso le regalo
a un cansado corazón
y que sostienen la vida.

Un hilo débil que ata
a la existencia en porfía
milagro de cada día
o cuando la noche avanza.

Aun sueño en la esperanza
que traerá un tiempo mejor
cuando la paz y el amor 
sobre la tierra se esparza.