Tu mirada, cómplice de tus deseos.
Ojos que me convertían en víctima.
Mi inocencia se esfumó.
Ahora yace entre sábanas.
Mientras, en mí -sin quererlo-,
se tatuaba el miedo.
A tí, a tu olor.
Tu cuerpo, perfume de la injusticia.
Tus manos, arma de doble filo.
Tú y tus juegos, manchándome de por vida.