Rompen las olas,
su fuerza contenida
sobre la costa.
Luego se estiran,
avanzan por las playas
para dormir.
Yo las contemplo,
recojo sus esencias
y sus caricias.
Su espuma blanca,
alegra las pupilas
de quien las mira.
Es un vestido,
que llevan y se quitan
para nosotros.
Así, desnudas,
nos buscan, lentamente,
para mojarnos.
Llegan serenas,
y batiendo las alas,
entre el salitre.
También hay algas
con restos de poemas
y alguna escama.
Y mientras tanto,
alguien las mira y sueña,
¡es un poeta!
Rafael Sánchez Ortega ©
27/02/19