Entre tanto cretino denunciado
unas cuantas personas muy valiosas
se salvan de mi dardo envenenado
para turbas rateras y envidiosas.
No exhiben por lo tanto las dudosas
cualidades que muestran los malvados
con sus rostros obtusos de raposa
a perversos ludibrios entregados.
En silencio trabajan buenamente
como pueden hacerlo; con sus actos
nos dan ejemplo al encarar el reto
que aprecia el ciudadano inteligente
de límpida conciencia y noble trato.
Y es por eso que escribo este soneto.