Eres
rara metáfora del cielo
que porta humedad de musgo
esparciéndose loca
por las lindes del mundo.
Manos desiertas
amputados dedos
deshojan pestañas
y espinas de cactáceas
de tu autoestigma.
Corre.
Corre.
Corre.
Escala la luz del muro
sin tocar las flores.
Descansa.
Oye la canción salobre
y su voz amarga.
Huye.
Huye.
Huye.
Que no te atrape el olvido
ni la soledad del tiempo
ni mis manos gastadas.
Cae.
En la caída, regala
tus piernas a la tierra.
Ven
al punto final del punto.
Aquí te espero, blanca
sin suspender
la eternidad.