Los rasgos de aquella dama, compañera, confidente, amiga, se han perdido.
Solo quedan las piltrafas de lo que en su momento fue una gran amistad.
Llena de risas, lagrimas, sueños y alegrías compuestas de labores resueltas.
¡Y ahora! me siento vacía por la pérdida de quien fue en su momento, una gran mujer. valiente, guerrera, soñadora, multifacética.
Tristemente oculta tras un espejo manchado por el amor al dolor ajeno, que se llena con el sufrimiento de quien realmente te admiraba y que intentas destruir, venciendo cualquier obstáculo que se ponga en luz, de reconstruir esta pobre amistad que se quedó sin rumbo.
Duele realmente el mal que le haces a esta alma, con creaciones mentales
¡Ja! al fin y al cabo no tienen precepción de la vida misma, limitándote a palabrear sin darte cuenta de esta lucha que llevo sin descanso...