Mis sueños de ayer eran verde sinfonía
que envolvía el dorado amanecer de mi infancia,
eran el azogado espejo de la inconstancia
que azuzaba los anhelos de mi fantasía.
Mis cárdenos sueños de hoy son flébil agonía
del último hálito de mi plateada estancia
en esta vida marchita, inhóspita y sin fragancia,
que va agonizando lentamente día a día.
Risueños sueños de la infancia y juventud
que inundasteis de alegría mis primeros años
con vuestras gráciles alas de luz y color,
¿por qué en los aciagos años de mi senectud
ocasionáis en mi alma tan crueles desengaños,
que hasta el profundo abismo alcanza mi dolor?