Una tarde de invierno, cuando ya se entraba el sol,
pasaba por la calle de piedras mirando la casa vieja,
y recordaba aquellos muros de cemento sin pintar,
apenas se notaba el numero de nuestra casa en la
que vivíamos antes que muera el papa.
El jardín ya no estaba, las flores que mama plantaba
no estaban, las habían arrancado, no había pasto
solo tierra seca y llena de piedras que apocaban
el sitio.
La casa sin pintar, la puerta caída y sus vidrios rotos.
ah, pero los que vivían allí, lindas ropas, el buen auto,
con la luz y el agua cortada, pero ellos se creían la muerte.
Los vecinos, hablaban, decían que no saludaban a nadie
pero véanlos, los muy pitucós y las cobranzas todo los días
en la puerta.
Bueno así es la vida, aparentamos lo que no somos
y comemos todo los días lo que no tenemos.
Me aleje de mi ex barrio con una pena grande
la calle de piedra y un jardín precioso y dos árboles de
ricas ciruelas que mama cosechaba para hacer dulce.